Texto de Lisandro Duque Naranjo
Cuando se tiene una columna quincenal, como es
mi caso, no se tiene tiempo de procesar los acontecimientos que ocurren en
lapso tan largo. Y obviamente que le toca a uno escoger entre varios muy
tentadores de comentar —y dedicarles la columna completa— o, de lo contrario,
enumerar la mayoría de ellos muy someramente para que la sucesión de episodios,
los aberrantes sobre todo —es decir, los de naturaleza política—, no reciban el
beneficio de pasar por efímeros, que es a lo que le apuntan quienes los
protagonizan. “Eso mañana ya no lo recordará nadie”, es lo que dicen, aunque en
realidad el efecto de un trending topic que se respete debe durar mínimo tres
días, lo que haría más recomendable decir: “Eso pasado mañana ya no lo
recordará nadie”.
Después de cada exabrupto, si se cuenta con una
bodega particular de centennials —también se les dice community managers—, se
puede emprender la preparación del siguiente para mantenerse en la agenda
pública. Era lo que antes se llamaba “mojar prensa”, no importaba si por haber
dicho algo desconcertante, no necesariamente ingenioso —como cuando Misael
Pastrana dijo “no es una alternativa, sino una opción” o Turbay Ayala habló de
“rebajar la corrupción a sus justas proporciones”—, por haberse luxado una
pierna e ir en muletas, o por haber sido padrino de una boda célebre.
En ese todo vale, los políticos tienen el
problema de que ser visibles y frecuentes en las redes se ha vuelto accesible
para mucha gente que forma parte del olimpo mediático solamente por el mérito
de tener un hermano o hijo futbolista, aunque no juegue, pero sí basta para
distribuir una foto en lencería. O incluso un hermano mártir, según fotos que
circulan de la hermana de Dylan Cruz en poses sensuales. O ser vicepresidenta
de la República y no preocuparse de soltar barbaridades en temas sensibles: dos
por semana. Ella debe tener dos bodegas: una para la primera tanda y otra para
la tanda de rectificaciones. La senadora Cabal se toma más tiempo para asaltar
las redes: como un mes por disparate. O ella supone que sus delirios son más
lapidarios o su bodega debe ser una unidad reducida, porque eso cuesta. El
hecho es que esta última es icónica en proporción inversa a su erudición. Toda
nación necesita un personaje pintoresco. Hay todo un mercado para ellos. En
cuanto al tanque de pensamiento principal, el de las naderías, está ubicado en
la propia Presidencia mediante un programa diario de una hora de televisión. El
“CEO” —así se dice ahora— debe estar encartado con los $3.350 millones que le
dieron para posicionar la imagen del personaje, porque Señal Institucional no
cobra nada.
La página roja, la correspondiente al senador
que origina sus contenidos en un estudio llamado El Ubérrimo, en Montería, esta
semana nos procuró la primicia del “abogánster” Cadena compareciendo a las
rejas. Y, aun así, sigue cobrando $14 millones mensuales, como el resto de
senadores, por gastos de representación, transporte y alimento. Como si se
trasladara en avión del establo al comedor, y de este a un recinto donde tiene
unos caballitos de bronce. Y como si en la casa le cobraran el almuerzo.
Y que no se me olvide la presentadora Claudia
Palacios, editorializando las noticias de las Farc y la JEP, en CMI, con la
gestualidad de sus cejas y sus suspiros profundos. Debieran ponerle closed
caption y lenguaje de señas, para saber qué está diciendo.