No convencen los ganaderos José Félix Lafaurie
y María Fernanda Cabal en el papel de académicos e historiadores. Darío Acevedo
tampoco, aunque no sea ganadero. Sin embargo, ahí salieron lanzando un libro
sobre 6.000 ganaderos “víctimas del conflicto armado durante 50 años”.
Supuestamente ese libro comienza una alianza entre Fedegán y el Centro de
Memoria Histórica de Colombia (no confundir con el Centro de Memoria, Paz y
Reconciliación, de Bogotá, que dirige José Antequera).
Refiriéndose a ese libro, Lafaurie dijo que es
un producto dirigido por su esposa María Fernanda Cabal mucho antes de ser
parlamentaria. Sentí entonces curiosidad de saber lo que hacía la senadora
Cabal antes de 2014, y encontré novedades insospechadas, no muy académicas. En
realidad, el pasado burocrático de la señora Cabal nos muestra a un personaje
más tortuoso y menos folclórico que el que se manifiesta en sus tuits.
Según Google, la señora Cabal fue directora de
Relaciones Internacionales de la Fiscalía en los años 2006-2007. Le decían “La
canciller”. Se la recuerda por dos hazañas, algo diluidas ya en el tiempo, y
que el columnista Yohir Akerman de El Espectador, en columna de 5-26-2019, nos
hace el favor de rescatar: “(Hace poco) Cabal se preguntó al aire en la emisora
W: “¿The New York Times quién es? ¿Respetable? Para mí no es respetable The New
York Times”. Explicando el odio de Cabal por el NYT, continúa Akerman: “Miremos
algunas de las notas que ha publicado (el NYT) en el pasado de la señora Cabal.
Por ejemplo, una que establece que renunció a la Fiscalía investigada porque su
oficina filtró información a las mafias. Según La W y otros diarios, poco antes
de eso se había conocido de otra presunta filtración de órdenes de captura y
pedidos de extradición que realizó alguien de esa oficina, encabezada por Cabal
Molina, esta vez a varios narcotraficantes que consiguieron eludir los
operativos conducentes a su captura de las autoridades estadounidenses, ya que
contaban con la información previa de los operativos. Alguien estaba, desde la
oficina manejada por Cabal, protegiendo a los militares y a las mafias...”.
No es lo único que dice Akerman: “A inicios de
2007, el fiscal encargado de la investigación de la masacre de marzo de 2005 en
San José de Apartadó, logró establecer que el Ejército estaba mucho más cerca
del sitio de lo que se había dicho inicialmente. Basados en esa información, el
21 de febrero de 2007, la Fiscalía llamó a indagatoria a dos oficiales, nueve
suboficiales y 58 soldados, por su presunta autoría en los delitos de homicidio
en persona protegida y terrorismo... (Pero)...desde el despacho (...) manejado
en ese momento por Cabal Molina, se filtró al Ministerio de Defensa (...),
saltando el conducto regular, la trascendental decisión que adoptó la
(Fiscalía) llamando a indagatoria a más de 60 militares por la masacre de Apartadó”.
Ese era el “trabajo de campo” que estaba haciendo la académica Cabal.
La columna de Akerman es mucho más exhaustiva
que esta síntesis que me he permitido. Invito a leerla, con todo y la
renunciada que le pegaron a Cabal Molina, quien ameritaba en realidad un
canazo. Ya se ha escapado de varios.
Espero que de los 6.000 ganaderos del informe
de Fedegán, entregado a Darío Acevedo, ninguno sea de los que en 2007 fueron
salvados de la extradición por la investigadora Cabal.
Por | Lisandro Duque Naranjo