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Falsos videos

Texto de Lisandro Duque Naranjo

   En sus redes sociales, el senador Carlos Felipe Mejía, precandidato del CD, publica un video sobre quienes atravesaron el cable metálico en la avenida Las Américas, obstáculo invisible, sobre todo en la oscuridad, que le costó la vida a un motociclista que circulaba por esa arteria. El video fue hecho por cámaras de vigilancia del sector, y quienes figuran ahí, en flagrancia, como autores del criminal atentado contra la ciudadanía anónima, no son propiamente de la Primera Línea. Se trata de dos tipos muy identificables por la Fiscalía si hubiera interés en investigar. Pero mejor dejarles esa culpabilidad a los jóvenes del punto de resistencia para demeritarlos moralmente. Hace poco me tocó escribirle a una conocida por Facebook, algo que nunca hago, pero me tocó, para recordarle que lo del collar bomba a una señora no fue autoría de las Farc de entonces, sino una acción de un pariente de la víctima para sacarle plata. Volviendo al tema: para inducir esa innoble reputación en las Primeras Líneas, como degolladores con cables atravesados en las vías, fue que el senador Mejía puso a sus subalternos de la UTL a mirar videos hasta encontrar esa pieza visual de los dos mecánicos expertos en amarrar cables que curiosamente no ha tenido la divulgación merecida para rastrear a los criminales verdaderos.

   Mejía no repara en sutilezas (aunque no se necesita mucha) y ni siquiera distinguió la diferencia de indumentaria y de edad entre esos dos operadores y el estilo que caracteriza no solo a los de Primera Línea, sino en general a los manifestantes en las recientes movilizaciones. Ese es un look inconfundible que solo se les ocurre a los jóvenes: rostro completamente cubierto, botas altas, morral, banderas al revés usadas como capa, casco de color con un plástico transparente y el resto de prendas con estampados indígenas o una réplica de la mano, icónica ya, levantada en el monumento a la resistencia en Cali. Bueno, y el escudo, con brochazos de un barroquismo callejero. No obstante, de una vez, y tratándose de un par de sujetos mayores, robustos y con chaquetas del montón, experimentados en el manejo de alicates profesionales, los aventó de una vez a las redes como “vándalos comunistas”.

   Igual ocurre en los videos que hace la Policía: hace poco, filmando desde un radiopatrulla en Cali, mostraban tipos atléticos, de camiseta blanca y pelo rapado, con pistolas y ametralladoras, en un lugar comercial muy “nice”, diciendo de ellos que eran “vándalos terroristas que se habían tomado a Siloé”. Son videos de un solo uso, que los asesores de inteligencia de la Policía mandan a los medios para generar una atmósfera de terror inminente para justificar la guerra que están haciendo en Cali.

    El Estado y por supuesto el senador Mejía trabajan con la certeza de que la memoria y el discernimiento de la opinión son frágiles, y por eso abusan de esas mentiras de corto plazo. Duque, en estos días —no obstante estar nuestro país en el segundo lugar del mundo con el peor índice de muertos por COVID-19 en proporción a número de habitantes—, decía que “ya vamos en 19 millones de vacunas... (Revolviendo las primeras con las segundas dosis) y pronto cumpliremos el tope de 35 millones que se necesitan”. No, presidente, no: como las vacunas son dos, el tope es de 70 millones, y hasta el más ignorante en aritmética de los colombianos sabe dividir por la mitad cualquier cantidad.