No
son nada sutiles las formas de ser salvaje que ofrecen algunas personalidades
del mundo político o mediático. Se siente uno mirando esos programas de Animal
Planet, en los que los grandes y pequeños predadores se buscan entre el follaje
o las praderas para devorarse, o defender su territorio, o simplemente
sobrevivir.
En
el programa Mesa de Redacción, de El Tiempo, vi a la “editora de
Investigación”, Martha Soto, decir, a propósito del gobierno de Donald Trump:
“Esto se volvió un sálvese quien pueda. De modo que nada de preocuparnos del
murito. Y tampoco vamos a ponernos a pensar en acciones de conjunto, tipo
Mercosur…”. Como si la política fuera así: naturaleza en estado puro,
darwinismo, zoología silvestre. Qué cuento de civilización y de conciencia.
Pero además, la “investigadora” dijo que era “la hora de hacerle lobby a Mario
Díaz Balart (el senador cubano americano), quien es muy amigo de Mike Pence, el
vicepresidente”. Qué tal la “investigadora”. Ni siquiera tiene uno que
inventarse ironías.
Por
su parte, la ministra de Comercio, María Claudia Lacouture, en entrevista con
El Espectador, lo que identifica en el nuevo orden internacional que se inicia
con Trump son “oportunidades” para nuestro país: ella cree que podemos
sustituir a México y a China en muchas exportaciones, tipo “resinas,
autopartes, textiles y confecciones, entre otros”. Ese oportunismo comercial,
incluso si no fuera ingenuo —pues Trump cree que todo eso debiera producirse en
EE. UU.—, remite por lo menos a la imagen de un buitre atento a picotear el
cadáver de un país acribillado.
La
ministra también le ve muchas opciones “al turismo, el sol, las playas, la
naturaleza, la cultura y el avistamiento de aves”. Con esos rubros, también a
su criterio, podemos incluso beneficiarnos del Brexit. Sin comentarios.
Pero
aunque fueran viables esas fantasías de la “investigadora” y de la ministra —no
en vano ésta se inventó lo de “Colombia es pasión” y la imagen corporativa de
“Colombia, realismo mágico”—, a mí, al menos, esa indolencia para con México me
produce rubor. Colombia parece condenada a ratificar el título de Caín de
América. La patria esquirola, con esos modales tan burdos de su gente
principal.
Por
ahí el señor Vargas Lleras usó un término lumpen para referirse a los
ciudadanos de Venezuela. Qué bajeza intelectual la que se maneja en ese
sanedrín regional de traquetos y de convictos con los que se las pasa. Y Carlos
Fernando Galán, Rodrigo Lara y Germán Varón, dándoselas de porcelanas en medio
de esa baraúnda y coscorroneo.
¿Pero
acaso podría esperarse que se sancionara moralmente a quienes irrespetan a
comunidades extranjeras, si en tratándose de vejaciones a la propia lo que
cunde es la indiferencia y la impunidad? Para muestra, el hecho de que continúa
en su cargo Francisco Henao, miembro del gabinete de la Alcaldía de Medellín,
quien, según El Espectador, dijo: “Si yo tuviera la pistola desintegradora, la
ponía (sic) frente a todos los comerciantes informales que estorban en el
espacio público y los destruiría”.
¿Y
qué tal Peñalosa llamando “matones” a los antitaurinos?
¿Y
la periodista Vanessa de la Torre diciéndole “puta” a Melania Trump, la única
persona digna de solidaridad en ese entorno bandido de la Casa Blanca?
¿Y
Vicky Dávila, en la W, tratando de “Trump” a Petro? ¿Por qué la gente de
izquierda asiste a la gazapera de esa señora?
Por| Lisandro Duque Naranjo