La cándida María del Pilar y Corpoica desalmada
Hay personas, habitualmente periodistas,
políticos y funcionarios, que cada que se habla de un proyecto que significará
gastos inevitables para el Estado –por concepto de vivienda social,
indemnizaciones para damnificados, deudas atrasadas con universidades públicas,
reparaciones a víctimas, etc.– exclaman: “¿y eso cuánto va a costarnos?” o “¿y
eso sí tiene sostenibilidad?”. Ponen un tono de prendistas, como si esas platas
fueran suyas y tocara rebajarlas lo más posible.
Habitualmente otros costos no los exasperan,
como si se tratara de baraturas, por ejemplo los relacionados con el número de
guardaespaldas que debe pagársele a una sola familia, las jubilaciones
opulentas de una élite de exburócratas con una historia laboral mínima, los
equipos, municiones y combustibles que, para volverlos humo, acaparan los
estamentos armados, etc. Nada de esto lo consideran derroche, sino apenas lo
natural para garantizarles su “dulce far niente” a unas jerarquías ociosas.
Pero los peores entre todos son aquellos
funcionarios que, a nombre de la institucionalidad, invocan todas las potencias
del Establecimiento contra una sola persona, por lo regular indefensa –o eso se
creen–, para castigarla por haber omitido un trámite irrelevante. Y le ponen un
chuzo en la yugular al débil ciudadano para que le quede claro que el Estado es
perfecto e invencible. Esa sevicia de los burócratas suele ensañarse con
encono, primordialmente, en víctimas que consideran fáciles por haber dedicado
su existencia a las disciplinas silenciosas de la ciencia, y no por eso, sino tal
vez por eso mismo, fundan, desde sus microscopios, calidad de vida para sus
contemporáneos.
La veterinaria María del Pilar Donado Godoy
recibió en 2002 una beca–préstamo de Colciencias–Fullbright y Corpoica, de 226
millones de pesos, para cursar un doctorado en “Epidemiología Veterinaria y
Salud Pública Animal” en la Universidad de California, Davis, en los EE.UU.
Como es usual en la mayoría de doctorados, el de María del Pilar se alargó de
tres años y medio a cinco, y su tesis de grado se convirtió en un referente
científico elogiado en la academia internacional, y puesto en práctica por
entidades de salud pública en varios países latinoamericanos, algunos de Europa
y otros asiáticos. María del Pilar es, pues, una científica creativa y
prestigiosa que honra el talento colombiano.
Es bueno que el lector sepa que esas
becas–préstamo se le condonan automáticamente al profesional cuando regresa al
país y pone sus saberes al servicio de una empresa de ciencia y tecnología.
María del Pilar hizo exactamente eso, y además lleva trabajando en Corpoica
desde 2006, lo que quiere decir que el alargamiento de su doctorado lo cumplió
desde aquí. Por eso mismo, Colciencias le condonó la deuda, al igual que lo
hizo la organización Fullbright. Colciencias aprendió hace rato que si quiere
científicos calificados, debe auspiciar su formación, y que a la hora de la verdad,
la plata invertida en ellos es una bicoca al compararse con los beneficios que
le prestan al país.
Pero Corpoica parece ignorar eso, y está
cerrada a la banda en que María del Pilar le adeuda 700 millones de pesos
(hasta allá suben los montos de la cuantía original), y tiene a la profesional
–y a su mamá, quien es su codeudora– literalmente apercolladas contra la pared
y destruyéndoles la vida con un acoso inclemente. Asistimos a una versión
contemporánea de la Cándida Eréndira y su abuela Corpoica desalmada.
La comunidad científica, tanto como los
colombianos que cursan estudios de postgrado en el exterior, y quienes
repudiamos estos procedimientos contra la inteligencia, nos declaramos en
alerta, y solidarios, frente a este caso. Estaremos pendientes.
Por: Lisandro Duque Naranjo
Imagen, tomada de redes sociales