Minutos después de estallar el carrobomba en la
Escuela de Cadetes General Santander,
acto condenable que dejó 21 policías muertos y 65 heridos, María del Rosario Guerra hizo circular este
trino: “Espero que nadie tenga hoy la bajeza de salir a las calles para
protestar contra nuestra Policía Nacional. Colombia respalda y abraza a sus
héroes...”.
La senadora
fue de una vez al grano: el verdadero problema eran las manifestaciones
contra el fiscal y el Esmad que ocurrirían ese día. En los grandes acontecimientos —sepelios, por ejemplo— siempre hace
falta alguien pragmático, con mucha intuición logística,
que en vez de ocuparse de lirismos elegíacos, señale el lado positivo de lo
trágico y de una vez aporte a los deudos y a la sociedad una respuesta oportuna
al interrogante metafísico: “¿qué beneficios se pueden obtener de unas buenas
exequias?”. De hecho, los estudiantes y
los sindicalistas aplazaron las
manifestaciones de ese día, pues había
muchos cables ideológicos cruzados, y estaba la cuestión emocional de los
muertos, todos jóvenes, a los que la tuitera del CD graduó de “héroes”, no veo por qué, pues no estaban combatiendo y además
ignoraban que la guerra seguía. Incluso es probable que sus padres los hayan
matriculado allí con la ilusión de que
después del acuerdo de paz las cosas iban a fluir tranquilas, y hasta como
atletas se podrían realizar. Cuatro de los muertos eran deportistas.
Tiene su veneno eso de hacer sentir “héroes” a
los uniformados de cualquier grado y de lograr que el mundo civil los llame
igual. El heroísmo es funcional para la guerra,
que es lo que quisieran seguir fomentando desde las toldas del Centro
Democrático. No han leído aquel verso
de Bertolt Brecht: “Desgraciado el
pueblo que necesita un héroe”. Pero
¿cómo desperdiciar tanto “héroe” que se da silvestre entre el pueblo raso? Las
sociedades tranquilas y prósperas, en cambio, están llenas de antihéroes. La
épica y la sangre son para el subdesarrollo.
¿Por qué necesita el establecimiento en
Colombia a los “héroes”? Porque, de no tenerlos, ¿a quién va a
poner de carne de cañón para agarrar a
bolillazos, y a bala, si toca, a quienes
se congregan en multitudes para defenderse de bandidajes endémicos a los que el actual gobierno les ha aportado
algunos de su propia cosecha? La continuidad en el gabinete, por ejemplo, de un inmoral que hace tiempos defraudó a
117 municipios pobres cuenteándolos con
dinerales que los dejaron postrados vitaliciamente (los bonos de agua); la reincidencia, ya en el actual gobierno,
del mismo personaje, organizando la rifa de empresas públicas rentables entre
amigotes parásitos que después le pagarán la comisión de éxito (la venta de un
pedazo de Ecopetrol); la manipulación y el cianuro para garantizar la impunidad
de voraces empresarios incursos en corrupción (Aval-Odebrecht-fiscal); la
complicidad con el derroche familiar de
los dineros parafiscales agrarios (Fedegán, Lafaurie, Cabal); el imperio de la
ignorancia expresado en la tacañería con el presupuesto para las universidades públicas; la negligencia para restituir
tierras quitadas a los desplazados (incluidas las regaladas a magistrados como Pretelt y demás “terceros de buena fe” que las
“compraron” por mucho menos de lo que costaban); la tala de árboles de
Peñalosa, que dejará a Bogotá rala y raída; su guerra contra los vendedores
ambulantes...
Por | Lisandro Duque Naranjo.